Aunque hace tiempo no escribía en este blog, en realidad no es bueno dejar acabar cosas que uno comienza para que progresen… Mi idea del cine es aprender y lo aprendo abordándolo…
El film al que me refiero aquí es verdaderamente una obra maestra de lo humano, lo humano expresado por la cámara, una cámara que sigue y muestra a un hombre viejo en su cortadora de césped recorriendo con la obstinación propia de la vejez un camino hacia el encuentro con alguien que perteneció a su vida. Es verlo allí sentado casi como un niño en su triciclo, y es que como lo sabemos la vejez y la niñez se parecen: ambas etapas tienen dentro la inocente necedad que juega con lo real.
El transcurrir de este hombre, sus encuentros nocturnos al final de algunas jornadas, frente a frente con sus interlocutores sorprendidos por su aventura y quienes no les queda más que tenderle la mano y abrirle el corazón, para que pueda llegar al final de su camino.
David Lynch es un maestro del cine, en cada uno de sus films subyace algo en común: la vida del mundo aldeano, sin embargo en este film brota el manantial de lo humano, el empuje de la fuerza del alma que nos mueve el corazón…
Título: Una historia verdadera (The Straight Story)
Director: David Lynch
Música: Angelo Badalamenti
Fotografía: Freddie Francis
Guión: John Roach & Mary Sweeney basado en la historia real de Alvin Straight. (1920-1996)
Actores: Richard Farnsworth, Sissy Spacek y Harry Dean Stanton Año: 1999
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