"Ver y comentar cine"



lunes, 12 de noviembre de 2012




Estas dos películas tienen en su base el tema de la moralidad vista desde la sexualidad, dos aspectos que los he comentado en otras ocasiones, son muy conflictivos en la vida real de los seres humanos. La sexualidad es un fenómeno que se expresa física y psicológicamente, va atada al placer sexual, a la lívido y busca satisfacerse en cualquier momento en los seres humanos, está impulsada por los instintos que se convierten en aquello denominado pasiones que desfogan su satisfacción en la sensualidad, en el cuerpo, pero además tiene un componente psíquico en donde el aprecio por sí mismo hace que la relación con otro cuando se experimenta y se vive, nos haga sentir reconocidos y a ello tal vez le llamemos amor…De allí parte una moralidad que involucra el respeto a la intimidad de la otra persona hacia quien dirigimos nuestras pretensiones, su aceptación libre y consciente. Si embargo lo anterior no es tan fácil de resolver  en la práctica, pues nos hallamos ante las pulsiones de ello y los dictados del super yo y entonces esto se resuelve en la doble moral, las neurosis y demás o en los desfogues irracionales que llevan a conductas quizás patológicas…
Estas dos películas nos permiten a través de sus planteamientos adentrarnos en estos territorios espinosos y complicados.

En Letras Prohibidas, película referida a una versión de la vida del Marqués de Sade, nos encontramos desde el principio con una escena en donde se unen el castigo y la muerte hacia una mujer transgresora de las normas morales en su vida sexual, miramos desde ella, su desesperación y angustia ante la inminente muerte…desde el comienzo se nos hace visceral el dilema interno de nuestras vidas. Después la cámara nos va a llevar al sanatorio en donde se encuentra confinado el Marqués por su vida y escritos, censurados por su forma abiertamente contraria a las costumbres y moral religiosa de su época (aunque también lo sería de esta época). La celda es una escena que va cambiando a medida que transcurre el film, sitio de encuentro de los personajes: una empleada de servicio joven y bonita que le hace la coartada y es su cómplice, el joven sacerdote director del sanatorio, quien ha puesto su vida en él y el propio marqués, protagonizan encuentros espontáneos de rutina, o individuales y más privados. 



La celda en principio es solo lugar de encierro, pero con todas las comodidades y posibilidades para que el marqués viva su vida y escriba, sin el derecho de publicar, solo como una terapia para extirpar sus desquicios…Sin embargo se la ingenia…y entonces el lugar se deja casi solo para evitar que escriba y sin embargo no se consigue y este espacio deshabitado de muebles y recursos se vuelve lugar de ingenio para crear posibilidades; las figuras de los personajes del sanatorio complementan con propiedad el escenario, para que como espectadores vivamos en el secreto de la oscuridad nuestros dilemas y veamos la bufonería, el sarcasmo y el cinismo de esta comedia interna que nos perturba.
Un muy buen ícono como puede su libro Justine que es el primero en aparecer clandestinamente durante su estancia en el sanatorio, este libro aparece en una edición de pasta blanca impecable como formando un contraste con su contenido.



En Pretty Baby encontramos una película de actuaciones magistrales en mi concepto: la protagonista Violet (Brooke Christa Camille Shields), su madre Hattie (Susan Abigail Tomali) y el fotógrafo Belloc (Keith Ian Carradine).


 El escenario central es un prostíbulo en donde se mueve la matrona que dirige el lugar y sus chicas que trabajan para satisfacer los deseos sexuales de clientes adinerados, allí vemos la figura de una niña, hija de una de las prostitutas asumiendo en forma natural la moralidad del lugar (pues existen allí pautas de vida y comportamientos dirigidos por la dueña del prostíbulo). Son estas escenas en donde como espectadores estamos entre la sorpresa y la repulsión, sin embargo la niña crece un poco y el ritmo de la historia la lleva a la iniciación de su vida sexual en las condiciones de su ambiente.





Con escenas bien elaboradas y oportunas de desnudos, nuestros ojos seguirán entre la duda y el desconcierto el guion del film. El fotógrafo le da el toque de arte, de la mirada limpia a personajes vistos como sucios, conjugada esta mirada limpia y su temperamento de apariencia apacible, con una inquietud escondida en su interior. .
Es esta tensión entre  el convenio moral de la sexualidad que de alguna manera tiene zonas de penumbra y de otra el ser impulsivo y transgresor que se levanta sofocado ante la hipocresía moralista y religiosa, la que nos acompaña a lo largo de las dos películas y no sacude y atormenta y nos abre sensaciones de desequilibrio: el sanatorio como cárcel y el prostíbulo;  ambos sitios de reclusión en aquel contexto. Son los sitios en donde la pantalla nos introduce y de alguna manera nos hacemos cómplices de quienes los habitan, que no son precisamente delincuentes, pero si personas repudiadas por sus comportamientos y sus manifestaciones abiertas hacia el placer y ni el uno, ni el otro disminuyen ni ponen en retirada a quienes en estos casos son recluidos. Como espectadores vemos lo que allí pasa, que en realidad es algo que también nos pertenece.
Bueno, pero mi pretensión no es una disertación sobre el discurso, sino sobre el cine que es imagen y sonido, pero ante todo creo la imagen que obviamente adquiere vigor con el sonido.
Colocar en la panorámica el sanatorio y el prostíbulo y como habitantes los transgresores de la moral sexual y los dramas que viven. El cine y la literatura nos desvelan nuestros dramas… los dramas del ser humano, que sin ellos quedarían tal vez escondidos…








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